top of page
Post: Blog2_Post
Buscar

Serendipia en "North Shore" (Oahu)

  • Foto del escritor: Angela Domenech
    Angela Domenech
  • 15 ene
  • 6 Min. de lectura

WSL finals 2018
WSL finals 2018

Feliz año 2025!!!


¿Cómo habéis estado? 


Yo algo ocupada y echando mucho, mucho de menos volver por aquí. 


Esta vez, he venido para quedarme (al blog digo), y hago la solemne promesa de traeros al menos una historia al mes. 


Además os adelanto que vuelvo a hacer las maletas muy pronto y esta vez los destinos seránnnnn fascinantes


¡Estoy ya como loca!  


Ahora que ya ha pasado la locura de las fiestas de navidad que espero hayáis disfrutado mucho, he estado reflexionando un poco, sobre todo sobre el día de Reyes. 


Después de más o menos 1000 años, volví a ver la cabalgata. 


Todo era un estallido de luces, niños miranado las carrozas con los ojos brillantes sin sospechar por un momento que los adultos hubiéramos montado todo ese show solo para que ellos se lo creyeran,


(si lo piensas bien, es más fácil creer que todos esos señores llegan del Oriente medio volando y cargados de regalos, que creer que el mundo entero se ha confabulado de semejante forma para engañarles) 


entonces me di cuenta de algo importante:


LO SABEN. 


Muy en el fondo, casi como sin quererlo, oculto allí donde se guarda lo que duele....la gente lo sabe: la ilusión es lo más importante.  


Vayamos al principio de la historia…


Agarrada a la mochila a muerte, como si fuera mi escudo.  

El crujir de los pases de abordar sonaba a libertad y a aventura. 

La sangre burbujeando por dentro. 


Así reunía hace unos 6 años el valor para marcharme y me embarcaba en algo así como un primer ensayo antes de mi gran primer viaje en solitario.


Como fiel compañero, el miedo a llegar…


La idea de enfrentarme a la misma sensación oscura de aquellos domingos lluviosos en casa años atrás, pero además estando al otro lado del mundo y sin conocer a nadie, me hacía pensar que no había necesidad de dar ese paso. 


Creo que da igual las veces que me vaya, siempre da miedo. 


Sumida por otro lado en la ilusión de ver y entender el Hula, descubrir el Ho’oponopono (Ritual de reconciliación),  o asistir a un Luau, reuní el valor para dar los pasitos que me llevaron hasta mi asiento del avión. 


Estaba deseando que llegara el momento que más me gusta de viajar: ese click, en el que de pronto, “ahhh, te he echado de menos”, vuelvo a encontrarme conmigo misma en mi más pura esencia y empiezo a formar parte de algo más grande que yo y me vuelvo como poderosa.


Suele tardar un ratito. No mucho. 


“Hemos aterrizado en el aeropuerto de Honolulu, la temperatura externa es de 30º, que tengan una feliz estancia”


Hm…si cierro los ojos puedo recordar esa primera brisa salada con un toque de aroma a plumeria (la florecita que llevan las hawaianas en el pelo, o todos en las fiestas hawaianas que tanto nos gustan).


Una bicicleta, y el North Shore


Cogí una de las bicicletas chirriantes que dejaban en la casa para los huéspedes y sintiéndome yo importante, libre y enorme, pedaleé a lo largo de la costa empapándome de todo. 


Creo que estaba como cuando otros montan en limusina.


BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!!!


El estruendo de aquellas enormes olas rompiendo contra los acantilados volcánicos, daba literalmente miedo. 


Menuda fuerza, junto a la de las palmeras balanceándose bajo el peso de los cocos, todo aquello me hacía sentir pequeña y poderosa al mismo tiempo.


¡Cuánta energía! 


Aquella jungla se acercaba tanto al océano que parecía abrazar la costa. La North Shore se desplegaba ante mí como una postal viviente.


¡Y llegó lo mejoooor! 


¡Mi primera comida! Bueno, esa y la siguiente, y la siguiente, y las 30 siguientes, creo que todas, excepto las que ahora os contaré, consistieron en Poke Bowl. 


¡Por Diossss, qué delicia!


Los supermercados tenían una sección como la carnicería, sólo para el Poke y podías escoger lo que quisieras, pescados frescos, frutas deliciosas…creo que de los 90 pokes que comí, nunca repetí lo mismo. 


No es un secreto mi gordura con la comida, pero es que deleitarse con sabores de nuevos lugares, es de verdad algo clave para la valoración final de un viaje. 


(En esto, Finlandia 0 - Bali 12) 


Gorduras a parte, al fin el clon clon de mi bicicleta se acercó a la icónica Banzai Pipeline.


Entonces ví filas de gente bordeando la playa. El micrófono ardía, la emoción era más que palpable. 


Al ver aquella montaña de agua levantarse desde la orilla, sentí miedo, admiración. Las tablas convertían las olas en obras de arte. 


“Un cartel decía: ‘Final del Campeonato Mundial de Surf (WSL)’.”


¿Pero cómo no me había enterado de esto?


Bueno, bueno, me vine arriba en dos minutos. 


Me planté allí para ver cómo todos los profesionales del surf daban uno de los mejores espectáculos que yo haya visto. Es increíble. Recomiendo a todo el mundo, te guste el surf o no, vivir algo así alguna vez. 


No podía creer mi suerte. ¿Esto era real?


Compañía Inesperada


Pasaron un par de días, y aunque estaba rodeada de belleza y de buen ambiente, no había hecho un solo amigo (raro para mí). 


Algo llamó mi atención. Aquella soledad que tanto había temido antes de subirme al avión, ni siquiera se había asomado un poco. Cero. Parecía incluso buscarla en los archivos de mi cabeza, como que en esa situación, sentir soledad era lo que tocaba, sin embargo, nada, ni rastro.  


La ilusión ganaba a todo lo demás.


Una vez leí que cuando estás alineado con tu propósito en la vida, la soledad, la angustia, la ansiedad y todas esas emociones negativas, simplemente desaparecen. 


Y justo cuando me estaba acostumbrando a esa soledad amable, una voz alegre con acento brasileño irrumpió:


"¿Estás sola?", me preguntó, con sus rizos rebotando al ritmo de la brisa.


Ella también estaba sola, y pronto estábamos charlando como si fuéramos amigas de toda la vida.


No pasó mucho tiempo antes de que un grupo de catorce brasileños más acabaran haciéndose amigos nuestros también y nos invitaran a comer picanha en su terraza. 


"Es allí mismo", dijeron, señalando la casa vecina de Kelly Slater (para los despistados, once veces campeón mundial de surf y una leyenda viviente)


Así empezaron 8 días increíbles de parrillas chisporroteando (hubo menos Poke esos días), olas rugiendo, pros cabalgando olas que parecían montañas, atardeceres absolutamente infinitos.


Mi vida no tenía sentido alguno. 


Jack Johnson detrás de mí en la cola del super, el campeón de Taekwondo tomando un coco a mi lado en la playa, Kelly Slater esperando a que yo terminara de ducharme para enjuagar su tabla en la ducha exterior compartida…¿Qué estaba pasando? 


Mi vida se había mezclado sin querer con la de gente importante. 


Entonces sentí que todo y todos estábamos conectados, mucho más cerca los unos de los otros de lo que creemos, y desee que el mundo se impregnara de la ilusión, gratitud y conexión que yo estaba sintiendo esos días. 


Por primera vez, no había seguido el plan de nadie más excepto el mío, sin expectativas, con más ilusión que miedo y el universo me estaba recompensando con una aventura digna de mis mejores sueños. 


Ya lo decía El Alquimista, “cuando estás en el camino correcto, el universo conspira para mostrarte lo increíble que puede ser la vida” (algo así más o menos)...


Aquellos días terminaron, llevándose con ellos el miedo a estar sola.


Me dí cuenta de que un atisbo de soledad, o quizá nostalgia vuelve cuando empiezo a hacer lo que otros esperan de mí en lugar de seguir alineada conmigo. Pero ya no es algo de lo que huir, es una guía que me devuelve a mí.


Lo que yo viví esos días, es solo uno de los muchos ejemplos de magia que he vivido viajando. Es exactamente eso lo que me lleva una y otra vez a salir del confort de mi casa.


Esa magia, se llama ilusión. Y es lo que hace que todo en nuestra vida tenga sentido. 


A veces se me olvida y me entran ganas de acomodarme, pero siempre hay algo que me recuerda que no debo hacerlo.


Una vida sin ilusión, es lo mismo que la muerte. 


“Hombre, no seas drástica” 


Lo es. 


Dato curioso: Años después de aquello, me crucé con Kelly Slater en un parking random al otro lado del mundo. 


Me lo tomé como un recordatorio serendípico de esa magia y de que no debo olvidarme de poner siempre ilusión en mi vida. 


¿Por qué es importante?


Sigue leyendo. 


Por alguna razón, cuando nos hacemos adultos, confundimos la vida con una lista de responsabilidades que no nos llenan y que, muchas veces, ni siquiera elegimos conscientemente.


Creamos una rutina llena de estrés y asumimos que "así es la vida", como si ser responsables significara cargar con todo sin cuestionarnos.


Y se nos olvida que, sin ilusión, poco a poco nos apagamos. Las excusas dejan de servir, las relaciones se tuercen y los sueños se desvanecen.


Es más, cuando hay ilusión, todo lo demás empieza a colocarse en su sitio.


El mundo no solo ha conspirado para que los niños crean en los Reyes Magos; también nos ha hecho creer que debemos posponer lo que nos hace felices para "algún día".


Pero... ser responsable no es solo cumplir, también es elegir la vida que te enciende por dentro, a pesar de otras obligaciones.


Lo sabemos, y sino no montaríamos semejantes circos para los peques.


Si alguna vez la vida te arrastra y se te olvida cómo volver a sentirla, te presto la mía: Haz un viaje, vete a Hawaii, echa de menos tu sofá y recupera tu fuego.


La ilusión es la respuesta.




 
 
 

1 Comment

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
Guest
Jan 16
Rated 5 out of 5 stars.

Dan ganas de hacer la maleta ahora mismo 😍

Like
bottom of page